Edición Bianual
Septiembre - febrero 2023
DOI
ISSN
3091-180X
Vol. 1, No.2, PP.71-86
En Ecuador, el uso de aditivos alimentarios ha sido regulado de acuerdo con normativas
internacionales, aunque el país enfrenta varios desafíos. Uno de los principales
problemas es la percepción pública sobre los aditivos alimentarios. Para muchos
consumidores, la presencia de aditivos en los alimentos está asociada con productos
artificiales y dañinos, lo que genera una desconfianza significativa. Además, la falta de
información adecuada y accesible sobre los aditivos alimentarios ha contribuido a que
se formen mitos y miedos en torno a su consumo. Esto se ha visto agravado por
recientes escándalos alimentarios que han aumentado la preocupación sobre la
seguridad de los alimentos procesados en el país (3). La desinformación, en muchos
casos, se debe a una cobertura mediática sensacionalista o malinterpretada que tiende a
estigmatizar los aditivos como nocivos, sin considerar las pruebas científicas que
respaldan su uso seguro bajo las condiciones aprobadas por organismos internacionales.
La clasificación de los aditivos alimentarios está bien definida en el marco regulatorio
internacional, donde se los categoriza según sus funciones específicas en la preservación
y mejora de los alimentos. De acuerdo con la Autoridad Europea de Seguridad
Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), los aditivos pueden clasificarse en varias
categorías: sustancias que modifican las características organolépticas, sustancias que
previenen alteraciones químicas o biológicas, estabilizadores de la apariencia y
propiedades físicas, correctores de cualidades plásticas, y un grupo adicional que cubre
funciones no incluidas en los anteriores (4). Esta clasificación es de vital importancia
para garantizar que los alimentos procesados mantengan su calidad y seguridad a lo
largo de toda la cadena de producción y distribución.
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No obstante, la industria alimentaria ecuatoriana enfrenta importantes retos en cuanto al
uso y desarrollo de aditivos alimentarios. A pesar de que a nivel global existen más de
10,000 aditivos alimentarios aprobados por la Administración de Alimentos y
Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), en Ecuador la
aceptación de los aditivos por parte de los consumidores ha sido limitada. La industria
alimentaria local ha mostrado un desarrollo relativamente lento en comparación con
otros países en cuanto a la implementación de nuevos aditivos que cumplan con las
exigencias del mercado moderno, que demanda productos más naturales, saludables y
sostenibles (5).
Este contexto se complica aún más por la falta de estudios locales que exploren el uso
de aditivos en los alimentos procesados en Ecuador. A nivel internacional, la evaluación
rigurosa de los aditivos alimentarios es esencial para su aprobación y uso seguro en el
mercado, pero en Ecuador los datos disponibles sobre los aditivos en los alimentos
procesados son escasos. Los consumidores suelen estar mal informados sobre las
funciones y seguridad de los aditivos, lo que genera confusión y preocupación
innecesaria. Esto resalta la necesidad urgente de investigaciones locales que midan con
precisión los niveles de aditivos presentes en los productos alimentarios disponibles en
el país y evalúen los posibles riesgos para la salud pública.
En el ámbito internacional, se han logrado avances significativos en la regulación y
control de aditivos alimentarios, gracias a la colaboración de organismos como la OMS,
la FAO y la EFSA. Estas organizaciones han establecido criterios estrictos para
garantizar que solo los aditivos que no presentan riesgos para la salud sean utilizados en
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