Edición Bianual
Marzo - agosto 2025
DOI
ISSN
3091-180X
Vol. 3, No.5, PP.33-45
En el ámbito de los colorantes naturales, la remolacha destaca por su potente capacidad
para conferir tonalidades intensas. Este fenómeno se atribuye principalmente a la
presencia de betanina, un componente que genera el característico color púrpura. La
remolacha, considerada históricamente como una planta tintórea, era apreciada por los
romanos tanto con fines medicinales como para teñir tejidos (20).
En el ámbito de la cosmética natural, la remolacha despliega su poder, especialmente en
la coloración y cuidado capilar a base de hierbas (21) . El proceso implica secar
suavemente las verduras para luego molerlas hasta obtener un polvo sin aditivos. Este
tinte natural se revela como una opción ideal para conferir al cabello un resplandor
rojizo, al mismo tiempo que contribuye a mejorar su brillo. La riqueza de vitamina B y
minerales en la remolacha aporta un efecto nutritivo, y a diferencia de los tintes
químicos, su ingrediente activo no interfiere con la estructura natural del cabello, sino
que forma una película protectora que preserva su integridad (22).
En la remolacha roja, la betacianina constituye la mayoría de los pigmentos,
representando entre el 75% y el 95% (16,18). Además de la betacianina, se encuentran
otros pigmentos como isobetanina, prebetanina e isoprebetanina, siendo estos dos
últimos monoésteres sulfatados de la betanina e isobetanina, respectivamente. Las
betalaínas, incluida la betacianina, han sido aprobadas como aditivos por la FDA de
Estados Unidos y están permitidas en la Unión Europea con la designación de E-162.
Estos pigmentos se comercializan en forma de polvo de remolacha, que contiene el
pigmento y estabilizantes como azúcares, proteínas y antioxidantes, así como en forma
de extracto líquido concentrado (23).
Las betalaínas presentes en la remolacha roja Beta vulgaris L. no solo le confieren
propiedades antioxidantes, sino que también aportan beneficios a la salud humana. Estos
pigmentos, clasificados en betacianinas rojas y betaxantinas amarillas, se destacan por
su rareza en la naturaleza, siendo exclusivos de esta hortaliza. Además, el proceso de
extracción y pasteurización del pigmento coloreado de la remolacha roja Beta vulgaris
revela un valioso compuesto que, tras la cocción en agua, adquiere un tono rosado,
mostrando así su versatilidad en distintos contextos.
Las betacianinas, pigmentos de tonalidad rojo- púrpura, se forman por la condensación
de ácido betalámico con derivados de ciclodopa, pudiendo estar glicosiladas. La
glicosilación implica la formación de glucósidos, productos de la reacción entre el grupo
alcohol de una molécula y otro grupo alcohol perteneciente a un azúcar, ya sea
monosacárido u oligosacárido. Este proceso contribuye a la diversidad estructural de las
betacianinas, lo que es crucial para su funcionalidad en diversos contextos biológicos y
tecnológicos.
La estabilidad de la betanina, principal tinte presente en Beta vulgaris, está
intrínsecamente vinculada a su entorno de pH, con un rango crítico entre 3 y 7, siendo
óptimo entre 4 y 5. El espectro de color de la betanina abarca desde tonalidades rosadas
hasta rojas. Sin embargo, su fragilidad se manifiesta en su susceptibilidad a la luz y al
oxígeno, además de su degradación a altas temperaturas.
Según estudios de (24) señala que la regeneración de betanina a temperaturas de 30, 40
y 50 °C es mínima, un factor relevante que puede interferir con la degradación cinética
VITALYSCIENCE REVISTA CIENTÍFICA MULTIDISCIPLINARIA
+593 97 911 9620
41