commercial repercussions. This problem is exacerbated in regions with limited
infrastructure for monitoring and controlling food contaminants, justifying the need to
critically and systematically review the available scientific evidence. The objective of this
study was to conduct a systematic review of the scientific literature on the presence of
aflatoxins in food, their effects on health, and their implications for food safety, applying
the PRISMA methodology. The research was conducted using a qualitative-descriptive
approach, using the PubMed, ScienceDirect, Scopus, and SciELO databases as sources of
information. The results indicate that aflatoxin B1 (AFB1) is the most prevalent and toxic,
primarily associated with the development of hepatocellular carcinoma,
immunosuppression, and childhood growth retardation. Its presence was detected in foods
such as corn, peanuts, rice, nuts, and processed foods. Likewise, aflatoxin M1 (AFM1),
derived from the excretion of AFB1 in animal milk, poses a high risk to infants. Significant
variations were observed in the regulatory limits established by different health authorities,
generating difficulties in international trade and exposing the most vulnerable populations
to high health risks. In conclusion, the evidence gathered reveals that aflatoxins remain a
priority food contaminant, requiring comprehensive prevention, control, and regulation
strategies. The need to strengthen surveillance systems, promote good agricultural
practices, and develop accessible technologies for early detection is highlighted, especially
in resource-limited settings.
Keywords: Aflatoxins, contaminated food, food safety, public health
INTRODUCCIÓN
La seguridad de la alimentación es uno de los principios básicos para el desarrollo humano
sostenible, al que proporciona alimentos inocuos, nutritivos y suficientes, para una vida
activa y saludable (1). Sin embargo, este principio está siendo desestabilizado por la
existencia en el segmento agroalimentario de contaminantes químicos y biológicos, y dentro
de estos últimos destacan las micotoxinas, son compuestos tóxicos generados por ciertos
hongos filamentosos (2). Entre este grupo, las aflatoxinas representan un riesgo importante
tanto para la salud pública como para la rama agrícola y alimentaria económica en toda la
escala mundial (3).
Las aflatoxinas son compuestos secundarios metabolizados, producidos principalmente por
los hongos Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus, dentro de una gran cantidad de
productos agrícolas, semillas, maíz, maní, arroz, maní, entre otros. Estas toxinas crecen
principalmente en un ambiente húmedo y cálido y, como habitual en los países de clima
tropical y subtropical, incrementan su aparición en mucho de los países en las regiones en
desarrollo (4). Desde el punto de vista toxicológico, las aflatoxinas, en particular, la aflatoxina
B1, son ampliamente reconocidos como compuestos hepatotóxicos, inmunosupresores y
cancerígenos. Por eso la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) tiene
catalogada la aflatoxina B1 como carcinógeno del Grupo 1, con evidencia suficiente de
carcinogenicidad en humanos (5).
El contacto humano con aflatoxina puede ser directo consumiendo alimentos tóxicos
contaminados o indirectamente a través de productos de origen animal provenientes de
animales alimentados con razón contaminada. Esta situación es particularmente
preocupante en poblaciones sensibles, como niños, mujeres embarazadas o individuos