Dentro de este bioma, se encuentran gramíneas, arbustos y plantas herbáceas, muchas de las
cuales presentan un alto grado de endemismo. Entre las especies más emblemáticas destaca el
frailejón (Espeletia spp.), fundamental para la regulación hídrica, así como diversas orquídeas y
plantas carnívoras. La biodiversidad de los páramos también incluye una variada fauna; se pueden
hallar aves, mamíferos y reptiles, además de una rica diversidad de insectos. Especies como el
venado de cola blanca (Odocoileus virginianus), el cóndor andino (Vultur gryphus) y diversas aves
endémicas son indicadores cruciales de la salud del ecosistema, mientras que la fauna desempeña
un papel esencial en la polinización de las plantas y en el mantenimiento de las cadenas tróficas.
La importancia de los páramos se extiende más allá de su biodiversidad, ya que son considerados
"fábricas de agua" (8). Actúan como reguladores hídricos, capturando y almacenando agua de
lluvia, lo que garantiza el suministro de agua dulce para las poblaciones que habitan en las
regiones más bajas. Además, los páramos son esenciales para la mitigación del cambio climático,
ya que tienen la capacidad de almacenar carbono en sus suelos, contribuyendo así a la lucha
contra este fenómeno global.
La relación entre las comunidades indígenas y los páramos de Ecuador se remonta a tiempos
precolombinos. Estas comunidades han utilizado los recursos que ofrece el páramo de manera
sostenible, desarrollando prácticas que han permitido la coexistencia con la naturaleza. La
agricultura tradicional, la recolección de plantas medicinales y el pastoreo de ganado son algunas
de las actividades que han llevado a cabo en estos ecosistemas. La cosmovisión indígena resalta
la conexión espiritual con la tierra, lo que ha fomentado un profundo respeto por la biodiversidad
y los recursos naturales. Sin embargo, a lo largo del siglo XX, la expansión de la frontera agrícola,
la urbanización y la explotación minera comenzaron a ejercer presión sobre los páramos,
amenazando su integridad.
La actividad humana ha desencadenado procesos de degradación, como la deforestación y la
contaminación del agua, que han afectado no solo la biodiversidad, sino también la capacidad de
estos ecosistemas para proporcionar servicios esenciales. A partir de la década de 1970, se inició
un proceso de reconocimiento sobre la importancia de los páramos en la regulación del agua y la
conservación de la biodiversidad. La adopción de la Ley de Recursos Hídricos en 1993 marcó un
hito en la protección de estos ecosistemas, enfatizando su relevancia en la gestión del agua (9).
Desde entonces, se han implementado diversas iniciativas de conservación, que incluyen la
creación de áreas protegidas y programas de restauración ecológica, involucrando a las
comunidades locales en la gestión sostenible de estos recursos.
Una estrategia de aprendizaje es un conjunto de métodos, técnicas y recursos diseñados para
mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje y permitir que los estudiantes adquieran
conocimientos, habilidades y percepciones (10). Estas estrategias pueden adaptarse al enfoque
pedagógico y a las necesidades del grupo de aprendizaje.