Este método ha demostrado su eficacia incluso en contextos donde las muestras están
degradadas o contaminadas, como en casos de incendios, cuerpos en descomposición o
evidencias manipuladas. En particular, el análisis de ADN supera las limitaciones de las
técnicas clásicas de tipificación sanguínea, que resultan insuficientes cuando el volumen de
la muestra es escaso o se ha alterado con el tiempo (9).
Sin embargo, para que el perfil genético obtenido tenga validez jurídica, es indispensable
que la cadena de custodia se cumpla rigurosamente en cada etapa del proceso: recolección,
embalaje, transporte, almacenamiento y análisis. La más mínima alteración, omisión o
manipulación indebida puede generar dudas razonables sobre la autenticidad de la evidencia
y comprometer su valor probatorio ante un tribunal. Este aspecto cobra especial importancia
en los casos de delitos flagrantes, donde los tiempos procesales son acelerados y el manejo
de evidencia puede estar a cargo de personal no especializado (2).
En el caso ecuatoriano, persisten limitaciones estructurales que dificultan el
aprovechamiento óptimo del análisis de ADN como herramienta de justicia. Entre ellas,
destacan la escasa disponibilidad de laboratorios forenses acreditados, la falta de un sistema
nacional de bases genéticas, y las deficiencias en la formación técnica de los funcionarios
encargados de preservar las evidencias (7). Esto hace indispensable el fortalecimiento
institucional, tanto en recursos como en normativas, para garantizar que la prueba genética
cumpla su función sin vulnerar los derechos fundamentales de las partes procesales.
Odontología forense y análisis de patrones de manchas de sangre
La odontología forense se ha consolidado como una disciplina clave dentro de las ciencias
forenses, especialmente en contextos donde los métodos tradicionales de identificación
como la dactiloscopía o el análisis de ADN no son viables debido al estado avanzado de
descomposición, carbonización o fragmentación del cuerpo. Esta técnica permite establecer
la identidad de un individuo mediante el estudio comparativo de estructuras dentales,
radiografías, prótesis, registros clínicos y, en algunos casos, marcas de mordeduras presentes
en tejidos blandos (17, 18).
En escenas del crimen donde se observan mordeduras humanas, estas pueden constituir
evidencia crucial para vincular directamente a la víctima con el agresor. El análisis forense de
estas marcas incluye la evaluación de su morfología, profundidad, patrón de arcadas
dentales, y relación con el contexto del delito, lo cual permite inferencias sobre la posición,
violencia y posible intencionalidad del acto (19). No obstante, su validez científica ha sido
objeto de debate, por lo que la correcta preservación de los tejidos y la documentación
fotográfica con escalas es esencial para sostener su valor probatorio. En delitos flagrantes,
donde el tiempo para levantar indicios es limitado, una cadena de custodia sólida garantiza
que estas evidencias no pierdan legitimidad durante el juicio.
Por otro lado, el análisis de patrones de manchas de sangre conocido como Bloodstain
Pattern Analysis (BPA) representa una técnica altamente especializada que permite
reconstruir parcialmente los eventos que ocurrieron durante la comisión de un delito.
Mediante el estudio de la forma, tamaño, dirección, dispersión y distribución de las manchas
hemáticas, los peritos pueden determinar aspectos clave como el tipo de impacto generado,
la ubicación de la víctima y el agresor, el número de golpes, el ángulo de caída de la sangre