maternas en 2023, lo que respalda la necesidad de modelos predictivos accesibles y tempranos
en la región (9).
DISCUSIÓN
La detección temprana de la preeclampsia continúa siendo uno de los mayores desafíos en
obstetricia, no solo por su impacto en la morbimortalidad materna y perinatal, sino también por
la heterogeneidad en sus mecanismos fisiopatológicos. Los hallazgos de esta revisión muestran
que, si bien se han identificado múltiples biomarcadores, aún existen limitaciones importantes
que dificultan su aplicación universal en la práctica clínica. Los biomarcadores angiogénicos, en
particular la relación sFlt-1/PlGF, destacan como los más consistentes y validados
internacionalmente. Estudios multicéntricos como el PROGNOSIS han demostrado su capacidad
para predecir con alta precisión la aparición de preeclampsia a corto plazo, lo cual permite
optimizar decisiones clínicas en embarazos de alto riesgo. Sin embargo, su disponibilidad aún es
limitada en muchos países de ingresos bajos y medios, lo que plantea un desafío en términos de
equidad en salud (11).
En contraste, los biomarcadores inflamatorios e inmunológicos (IL-6, TNF-α, PCR) y los
metabólicos/oxidativos (ácido úrico, malondialdehído, enzimas antioxidantes) ofrecen
información valiosa sobre la fisiopatología, pero su baja especificidad restringe su valor
diagnóstico. Estos marcadores suelen estar elevados en otras patologías obstétricas o sistémicas,
lo que disminuye su utilidad como pruebas predictivas. Su mayor aporte se encuentra en el
seguimiento de la evolución clínica, más que en la predicción temprana (13), (15). Por otra parte,
los biomarcadores genéticos y epigenéticos representan un campo prometedor. Los microRNAs
(miR-210, miR-155, miR-21) y ciertos polimorfismos genéticos han mostrado asociación con
hipoxia placentaria y susceptibilidad a la enfermedad. No obstante, la falta de estandarización
metodológica y la ausencia de estudios multicéntricos robustos impiden, por ahora, su
incorporación en guías clínicas (16).
Finalmente, los modelos combinados (biomarcadores angiogénicos + Doppler uterino + factores
clínicos) surgen como la estrategia más robusta. Estas aproximaciones multifactoriales no solo
aumentan la sensibilidad y especificidad, sino que también permiten una estratificación de riesgo
más personalizada. Guías como las de FIGO y ACOG recomiendan su aplicación progresiva,
especialmente en embarazos de alto riesgo o con antecedentes de preeclampsia (18).
En conjunto, los avances revisados confirman que la predicción de la preeclampsia debe
abordarse desde un enfoque multidimensional, integrando herramientas bioquímicas, clínicas y
de imagen. Sin embargo, persisten limitaciones importantes: la falta de acceso equitativo a las
pruebas de mayor precisión, la necesidad de validar nuevos biomarcadores en poblaciones
diversas y la carencia de estudios que evalúen la costo-efectividad de su implementación en
sistemas de salud de distintos niveles de desarrollo. Así, la literatura señala que, aunque existen