
VITALYSCIENCE REVISTA CIENTÍFICA MULTIDISCIPLINARIA
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Junio 2025
DOI
https://doi.org/10.56519/970vfj75
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madurez plena. Los datos recabados, tanto de las encuestas a los estimados docentes como de
la reveladora entrevista con el Vicedecano, pintan un cuadro donde, a pesar de la buena
voluntad y la percepción de cierta claridad en los objetivos de investigación, persisten
deficiencias palpables en áreas tan vitales como los recursos disponibles, la meticulosa
planificación, la fluidez en la coordinación entre departamentos y, por supuesto, unos
mecanismos de evaluación que aún requieren pulirse.
Profundizando en los hallazgos, los resultados relacionados con la planificación de la
investigación revelan un panorama interesante, ya que, aunque casi la mitad de los docentes, es
decir un 42%, percibe que los objetivos de sus investigaciones son claros, es curioso que una
otro porcentaje considera las respuestas se mantenga en una zona neutral o en desacuerdo.
Esto sugiere, de manera contundente, la ausencia de una base sólida de lineamientos
institucionales unificados y la necesidad de una estrategia formal de planificación que abarque a
la totalidad de los proyectos y actores involucrados. Es una observación que resuena con lo que
Cevallos ya había apuntado: la ausencia de políticas transparentes y la desarticulación en los
procesos investigativos terminan por mermar la efectividad de los resultados (15). Por tanto, los
hallazgos nos gritan la imperiosa necesidad de fortalecer la planificación estratégica,
asegurando así que las líneas de investigación no sean islas, sino que se enlacen
coherentemente con las demandas de la institución, la nación y el escenario internacional.
Al abordar la gestión de recursos, se observa que más de la mitad del cuerpo docente siente las
limitaciones tanto en el financiamiento como en la infraestructura, y la percepción sobre la
formación continua es que esta se da de manera un tanto errática. Este déficit no es ajeno a lo
que estudios previos ya han señalado, posicionando la escasez de fondos como uno de los
mayores escollos para la investigación universitaria en nuestra querida América Latina (9). Como
bien señalaron Becerra et al., la disponibilidad de recursos, tanto materiales como económicos,
es la columna vertebral para que la investigación florezca con calidad y de forma sostenible (11).
La situación en el Departamento de Mecánica nos invita a reflexionar sobre la urgencia de
diseñar políticas específicas que no solo impulsen la búsqueda activa de fondos externos, sino
que también optimicen cada recurso interno, al tiempo que se refuerzan los programas de
capacitación docente enfocados en la gestión investigativa.
Otro punto que merece nuestra atención es la producción científica. A pesar de que algunos de
los encuestados reconocen ciertos avances en publicaciones y los incentivos para participar en
congresos, la sensación general en este ámbito aún denota cierta debilidad. El dato de que un
33% de los docentes se mantenga en una posición neutral respecto al cumplimiento de las
metas de publicación es un indicador de que los sistemas de seguimiento quizás no están del
todo claros o carecen de la consistencia necesaria. Curiosamente, la experiencia de
universidades que abrazaron modelos de gestión de calidad bajo la norma ISO 9001:2015 nos ha
mostrado cómo estos esfuerzos se tradujeron en un incremento notable de la productividad
científica (8). Esto nos lleva a concluir que adoptar un modelo bien estructurado podría ser el
impulso que el departamento necesita para elevar su nivel de publicaciones y, con ello, su
visibilidad y prestigio académico.